Secuestrado junto a su hermano Nasr, fueron enviados a Sevilla. En 1492, sería bautizado como Fernando, siendo su padrino de bautismo el rey Fernando el Católico. Tras la conquista de Granada, los reyes católicos se hicieron cargo de ellos, adoctrinándolos en la fé católica y colmándolos de prebendas y posesiones, siempre lo más alejadas posible de Granada, donde nunca regresaron.
Fernando destacó como caballero, bajo el hábito de Santiago, ocupando importantes puestos en el reino, como el cargo de gobernador de Galicia.
Permaneció en el entorno de la corte, recibiendo una pensión vitalicia. Tras la muerte de Isabel, la Católica, junto a su hermano y su madre, trató de recuperar, infructuosamente, las propiedades que le pertenecían antes de su captura.
Casado con la noble Mencía de la Vega, fue denunciado por ésta por malos tratos, muriendo antes de que se dictara sentencia, en 1512. No tuvo descendencia.
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